LAS MEJORES FRASES DE UNA MADRE
Desde muy pequeña he sentido gran admiración por mi madre, una mujer llena de agallas y coraje pero, sobre todo con un gran corazón. Para mí no cometía errores, era incapaz de pensar que ella hiciera algo mal…
“Siempre me has querido, sin límites y sin medida. Te quiero, mamá”.
Aún así, sentía que me exigía demasiado: me enviaba al mercado, me enseñaba a cocinar, a limpiar la casa y me pedía siempre buenas notas en el cole… ¡Madre mía! qué obligaciones tenemos desde pequeños… Lo que más odiaba era cuando me ponía en clases de refuerzo en las vacaciones: “¿Es que no lo ves? eran vacaciones y yo yendo a reforzar álgebra… Por favor, mami…!”
A medida que fui creciendo me decía: “Tienes que ir a la universidad, ser profesional para que ningún “hombre” te venga a mindonguear. No te dejes engañar, te quieren bajar hasta las estrellas…” Fue el gran musical una buena temporada y yo pensando, pero que exageración con todo.
Mis primeros bailes en la escuela fueron traumáticos porque siempre tenía que rogarle para que me dejara ir y uno de sus requisitos era ir acompañada de mi tía que es mayor que yo por 6 años. Así que a mi pobre tía la colaba siempre.
Recuerdo mucho, mi primera experiencia yendo a una discoteca: estaba feliz, tenía la adrenalina encima ya que iba solo con amigas y eso era más que perfecto. Tuve que negociar el horario porque ella me decía de volver a las 12. “¡Perdona! ¿quién vuelve a esa hora?”. Así que le propuse la 1:30 y me aceptó. Pero llegué media hora más tarde, ella esperándome en la sala cual poseída empezó a gritar diciendo: “mañana te quiero en pie a las 7 am y no volverás a salir nunca más”. No me habló al día siguiente. Yo hacía de todo para que me perdonara.
La frase que no olvidaré y que siempre nos decía era: “Cuando seas madre, ya me entenderás” porque actuó y reaccionó de esta manera. Es verdad, hasta que nació mi hijo Arnau no podía ni imaginar la paciencia que tuvo mi madre con nosotros y todo lo bien que me habían hecho sus pequeñas restricciones. Ella siempre decía, “no sabes lo que puedes llegar a hacer por un hijo” y es verdad, hasta que no lo tienes no eres capaz de entender ese significado. Así que, siempre suelo escuchar y aceptar los consejos de mi madre, que a pesar de no tener siempre la razón, ella solo quiere lo mejor para mi.
“Si las madres son flores, tu eres la rosa más bella del jardín”.
¡Un abrazo y hasta la próxima!